Veinticinco de Diciembre
Caminos de arena y serrín
por donde circulan pastores,
rebaños y cazadores...
¡Madre mía! ¿Qué trajín!
Montañas, sierras y picos
de corcho y madera nevadas
y un pueblecito escondido
sobre peñas elevadas.
Discurriendo en un murmullo,
un río cristal-de-espejo
refleja a una lavandera
bajo un puente oscuro y viejo.
Casas de techo inclinado
con su huerto y su pajar,
con patos, gallinas, pollos,
ovejas y un palomar.
Allá, al fondo,
el portal del Nacimiento,
donde un niño llega al mundo
entre una mula y un buey
de tierno y cálido aliento.
Y para unir el paisaje,
cielo de fino papel
con estrellitas doradas
colgadas de un cordel.
He construido un belén
sin ninguna vanidad.
Un teatro chiquito
que cuenta la Navidad.